Por Florencia Copley
Los
sistemas comunitarios de intercambio no son nuevos pero en el marco de la
crisis económica mundial surgen como una alternativa complementaria y no escasa
para ofrecer y obtener bienes y servicios.
Imagen billetes y monedas
Imagen
billetes y monedas
En casi
todas las sociedades usamos como medio de intercambio el dinero, resultado de
un pacto social en el que los integrantes de una comunidad aceptan entregar sus
bienes o servicios a otros a cambio de símbolos monetarios. El tipo de dinero
de curso legal lo determinan las leyes de cada país y las entidades
financieras, como los bancos centrales que regulan y controlan la política
monetaria.
Evidentemente
esto no siempre ha sido así y de hecho no es el único método, aunque sí el más
extendido. Pero otras formas de intercambio, como el trueque, existieron hace
muchos años y subsisten en algunas comunidades. El dinero aparece a raíz de la
necesidad de establecer una unidad de medida que determine el valor de cada
producto o servicio, sin embargo algo que parece tan sencillo como establecer
un mecanismo común para realizar intercambios entre las personas pasó a
convertirse en el arma de poder por excelencia en el mundo entero.
Así, hoy
somos testigos de cómo un puñado de hombres poderosos en el planeta gobiernan
los destinos de millones de habitantes, muchos de los cuales no tienen el
dinero suficiente para comprar comida o vivir dignamente. Pero no sólo eso,
incluso somos víctimas de grandes crisis, producto de políticas económicas
excluyentes que generan cada vez más desocupación y pobreza.
Sin
embargo, en tiempos de crisis la necesidad empuja a las personas a buscar
alternativas nuevas (o viejas pero en desuso) aunque más no sea por el instinto
de supervivencia. En Argentina, cuando la política económica neoliberal hundió
al país en la crisis más severa de su historia, la gente creó clubes de
trueque. Se intercambiaba de todo, comida, muebles, objetos, servicios, etc.
Todo menos dinero, que no había… Con la crisis europea, hoy los países del
viejo continente, entre ellos España, multiplican ese tipo de experiencias
organizadas por grupos de personas.
Por lo
general, las formas de intercambio en una población las rige el gobierno o el
Estado, tanto en la actualidad como en las civilizaciones antiguas, pero
también existían sistemas regulados por los individuos. En el imperio Inca, por
ejemplo, había un tipo de intercambio que se daba por prestaciones, alguien
brindaba algo a otro (un bien o un servicio) y ese otro debía retribuirlo de
alguna manera equivalente. Esto se llamaba minga.
Una idea
similar plantea Proyecto Mutuo, una iniciativa que nació en Argentina y que
tiene como unidad de cambio los “Méritos”. Los miembros de Proyecto Mutuo
pueden intercambiar sus bienes o servicios usando los Méritos (M$) como moneda
complementaria a la moneda nacional y por eso sus creadores hablan de
abundancia en lugar de la escasez propia del dinero.
Sin
embargo, en Proyecto Mutuo no hay una emisión de M$ ni una autoridad monetaria,
es un sistema de crédito donde cada participante es titular de una cuenta que
comienza en cero y se acredita o debita según va operando. Si dos miembros
deciden realizar una transacción, el que compra el bien o servicio le
transfiere al que vende la cantidad de Méritos (M$) que hayan acordado,
debitándose de una cuenta y acreditándose en la otra.
Dentro del
sistema, existe un directorio con la oferta de productos y servicios, y las
transacciones pueden ser totalmente en Méritos o parte en Méritos y parte en
pesos, aunque Proyecto Mutuo sólo registra la parte en Méritos.
El objetivo
de esta iniciativa es “lograr conectar las necesidades insatisfechas con los
recursos subutilizados de una comunidad desde un paradigma de abundancia o
suficiencia del medio de intercambio”.
Por otra
parte, en el extremo norte de la América Morena, una de las tantas experiencias
de economía solidaria sufrió la persecución de un gran banco nacional.
En el
estado de Veracruz en México existe una moneda alternativa que se llama Túmin,
con tal impacto en la comunidad que la televisión se interesó en el caso y el
noticiero de Televisa emitió un reportaje en el mes de enero pasado.
Lamentablemente
no tuvo que pasar mucho tiempo para que el Banco de México inicie un proceso
legal contra los representantes de la iniciativa, ya que según el expediente esa
entidad financiera teme que el Túmin sea una moneda que sustituya al peso
violando la Ley Monetaria basada en el artículo 28 constitucional que faculta
al Estado mexicano para tener el monopolio en la emisión de monedas.
A
diferencia de los Méritos de Proyecto Mutuo, la moneda del Mercado Alternativo
Túmin sí tiene una emisión en papel. Cada “Túmin” (que en lengua totonaca
quiere decir “dinero”) equivale a un peso mexicano, cuenta con denominaciones
de 5, 10 y 20, y lleva impresas pinturas de artistas mexicanos.
El Túmin
fue impulsado por docentes y ex estudiantes de la Universidad Veracruzana
Intercultural (UVI), circula en un grupo de productores y comerciantes de
Espinal, al norte de Veracruz, y se complementa con la utilización del peso
mexicano. Cada miembro del mercado alternativo tiene acceso a un directorio
para consultar quiénes aceptan el Túmin, qué venden y dónde se encuentran.
No tienen
página web porque nunca pensaron salir de su pequeño entorno básicamente rural
pero hay algo de información (no actualizada) en este enlace.
Seguramente
a causa del éxito que lograron en la comunidad, al año de la primera impresión
del Túmin el proyecto fue víctima de la denuncia del Banco de México que acusó
a sus creadores del delito de Falsificación de Moneda, pese a que tanto en el
reportaje de Televisa como en todas las declaraciones afirmaron que el Túmin no
pretende reemplazar al peso sino complementarlo.
Expertos en
el tema de mercados solidarios estiman que hay en el mundo alrededor de cuatro
mil monedas alternativas. Algunas de estas iniciativas pueden verse en la base
de datos voluntaria publicada aquí.
En El
Salvador, por ejemplo, existe una red local de negocios, instituciones e
iniciativas de autoempleo y productivas que se llama Xuchit Tutut (significa
Lugar de Pájaros y Flores) y funciona en el Municipio de Suchitoto
comercializando productos y servicios con un medio de intercambio interno
denominado UDIS (Unidad de Intercambio Solidario Suchitotense).
El portal
economiasolidaria.org publicó un artículo sobre el caso de Honduras, donde ya
son 16 mil familias de doce regiones del país las que integran la Red de
Comercialización Comunitaria Alternativa, conocida como Red Comal, que utiliza
como moneda complementaria la Unidad de Intercambio Solidario (UDIS).
equivalente aquí a un Lempira, moneda nacional de este país centroamericano.
Incluso hay
experiencias que cuentan con el aval del Estado como en el caso de Brasil,
donde ya existe una red de bancos comunitarios y el Banco Central de Brasil
reconoce medio centenar de denominaciones de dinero alternativo (periódico La
Jornada, 30 de diciembre de 2010).
Otro caso
es el de Venezuela, cuya Ley de Los Consejos Comunales del año 2006 permite la
creación de Bancos Comunales bajo un marco legal amparado en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela. En el artículo 118, la Constitución
señala que “el Estado reconoce el derecho de la comunidad para desarrollar
asociaciones de carácter social y participativo, como las cooperativas. Podrán
desarrollar cualquier tipo de actividad económica, de conformidad con la ley.
(…) El Estado promoverá y protegerá estas asociaciones destinadas a mejorar la
economía popular y alternativa.”
Así es que
diferentes experiencias se ponen en práctica, perseguidas o acompañadas por los
Estados, pero ante la necesidad de generar formas comunitarias alternativas que
complementen el sistema económico que impera en nuestros países y que se
encuentra atrapado en una innegable crisis.
FUENTE: CODIGO SUR
No hay comentarios:
Publicar un comentario